El nudo
se abatió contra la tierra una lágrima
que lo tenia en desventajas colgando en la penumbra haciendo señal inerte a la luz de tus ojos que se ahuyentaban en brazos de nieve tirito mi esperanza.
viejas huellas que andan dando vuelta en mi abandonos, como un faro en lo solitario con su lámpara tirada en los destrozos del mar en su naufragio sacudido por las tempestades de los azotantes climas que luchan en los ramajes de mi cuerpo
que se quebranta como viejas montañas, que ondean el horizonte dejando todo distante, Como mi voz que a lo lejos te llama.
El candil
En la breve travesía de su mar turbulento del principio al fin tomada al ancla ni el viento
a su favor, perdido entre los relámpagos que amenaza su barco sin timón
en la viga del alma amarró su ilusión al centro del abismo siente la mitad del sol, que sonsorra entre sus manos desnudas encender la noche su lámpara
la mirada ofuscada de la inagotable travesía lejana quedaba el bruñido de las guerras de las olas entre las rocas que detenían el débil refuerzo conservado en su aterrado corazón
calma su tormento el candil del esplendor
Emigrantes de la noche
Emigran tus ojos ante el sosiego
como pájaros entre los estelares
en los innumerables sonidos del viento.
Persuadida navega la tristeza, rasgando el lienzo de ternura
en el filo del amanecer que triza el mundo,
sus secos ramales que hacen red,
desglosan inundando sus calles del vacío
hacia las oscuras murallas a tus islas de frescas alimenticias
hacia donde huye su torbellino de fuegos
con sus pies de arena, que absorbe su interminable sed emigran pasando por los arcos que forman los árboles
al borde del camino emigra, todo emigra, bajo la noche dormida
Anclada al crepúsculo
Entre los dorados crepúsculos sobre el horizonte, lardeando desde las raíces del cielo, posada sobre las ruedas de tus ojos, zumbando cercana la noche
entre los trinares de pájaros donde visten las barcas las playas
cimbreándose a la frescura del agua besando el aire esparramando en lo alto sus algodones de azúcar, en la tibieza de las palabras en
cruces
ver pasar el tiempo de la vieja espera anidando en tu pecho a las alas de tu regazo,
la cabeza de ensueño las horas pasan al fin tranquilas
hay ternura que tus fragmentos almíbar mis ansias locas que huían quebrantados queriendo invadir tu silencio fresco de lluvias repentina el bracero del cielo quemando en tu cuerpo cantando en él mis versos, se suicidaba gota a gota mi agonía