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El espantapájaros - Asdrubal Navarro

 


Érase una vez en un pueblito llamado Tipuro, vivía un campesino de nombre Asdrubal. Aquel hombre tenía una familia numerosa y su sustento diario era producto de su conuco. 

Cuando Asdrúbal tenía cosechas salía al pueblo de boquerón donde vendía su producto y compraba provisiones. Cierto día, muy de mañana salió para el pueblo. En el camino iba pensando muy contento en que iba a comprar; en la orilla de la carretera había un bote de basura y por curiosidad siempre el campesino echaba un ojo, en el desperdicio vio algo que le llamo la atención, era un muñeco viejo que lo miraba como con tristeza; el hombre por un momento pensó en seguir su marcha, pero aquel muñeco atrapó su atención, el hombre lo toma y lo mete dentro de su morral. Ya comprado el bastimento y de regreso a casa, donde contentos sus hijos y su esposa lo esperaban, muestra que había conseguido en el basurero, los niños lo piden para jugar pero es la madre quien decide qué hacer con él. Al otro día, Asdrubal, aquel campesino toma el muñeco y le dice a su mujer: Tú tienes razón, este muñeco me servirá para espantar los pájaros que me están comiendo el maíz; ya una vez en el conuco fabrica con ropas viejas de trabajar un espantapájaros, quien representa al dueño del conuco. Ese día fue poco lo que trabajo en limpiar aquellas carreras pendientes; llega a casa y su mujer le pregunta: ¿Y eso que llegaste temprano? El respondió: me cansé armando el muñeco pero saque unas medias carreras. Transcurre ese día y nuevamente el campesino volvió a su faena, pero cuando llegó a su sitio de trabajo se sorprendió y dijo: Yo había dejado estas carreras por la mitad pero ahora están limpias, ¿o será que lo imaginé? ¡Ya la vejez me está jugando una! Dice mientras continua limpiando las carreras, llegada la tarde decide volver a su casa pero antes marca con una piedra hasta donde había llegado, se va y regresa al siguiente día al primer canto del gallo; pero cuando llega, no sabía que pensar, la piedra que dejó de marca estaba mucho más atrás, Asdrubal se sienta en el suelo como para buscar aire por lo que había visto y dice: ¿Será que me estoy volviendo loco? Ese día no trabaja, toma nuevamente la piedra y marca hasta donde había limpiado y se marcha hacia su humilde hogar. La mujer al mirar que su marido llegó con cara de preocupación sale a su encuentro y le pregunta: —¿Qué pasó? El, sin querer preocuparla le dice: Nada, solo no sé qué pensar —y le cuenta a su mujer lo ocurrido; ella no dice nada, pasan las horas y Asdrubal quiere que llegue el otro día para ir a su conuco. 

Esa noche no pudo conciliar el sueño y se para más temprano, no espera el café y sale a su terreno y al llegar cerca escucha a un hombre trabajando, sigilosamente se acerca y allí estaba aquel espantapájaros, el cual él le había puesto una responsabilidad de cuidar; en el día no permite que los pájaros comieran su maíz y en la noche ayudaba a aquel campesino, ya habiéndose visto descubierto, este le habla a su dueño.

—¡No te asustes! Yo te estoy agradeciendo porque mis dueños anteriores me botaron porque ya era muy viejo y tú me habías hecho útil al darme trabajo, yo te cuidaré tus conucos y tú me dejaras ser alguien importante como el espantapájaros. Y así aquel conuquero engrandeció sus conucos, tuvo mejores cosechas, más ganancias y su familia tuvo una mejor vida; por eso, cada vez que aquel hombre va a vender sus cosechas, se detiene en aquellos basureros a ver si consigue a un muñeco que quiera ser importante como “El espantapájaros”.