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El Robot de Tobías - Olivia Brazón



La maestra Eduviges, en su clase de tercer nivel de preescolar, ese viernes, les asignó a sus alumnos que elaboraran algún objeto con material reutilizable; les dijo:

—El próximo lunes, todos deben traer un objeto construido por ustedes con la ayuda de sus padres y representantes. No deben compararlo, ¡recuérdenlo bien!

Las interrogantes de los niños no se hicieron esperar:

—Maestra, ¿puedo hacer un avión? -preguntó Javier. -
—¿Puedo hacer un carrito? -Indagó Carlitos. -
—Maestra, ¿puedo hacer una muñeca? - intervino Marisela. -
—¡Por supuesto!, pueden hacer lo que prefieran: un avión, un carrito, una muñeca o un títere como éste- exclamó la maestra- mostrando uno que tenía en sus manos y continúo diciendo. -:
—Les repito, lo único que ¡NO pueden hacer, es comprarlo! Fíjense en éste títere: está hecho con una media vieja, los ojos; son unas chapas de refresco y la nariz; un botón de una camisa vieja. Lo importante es que, sea elaborado con material que ya no utilicen. En el cuaderno de novedades llevaban escrito la especificación.

Ese día, los niños estaban más inquietos que de costumbre, compartiendo entre si las ideas de lo que cada quien imaginaba elaborar.

Al terminar la jornada diaria, cuando los padres llegaron a buscarlos, lo único que se escuchaba eran los comentarios de la asignación de la maestra Eduviges.

Tobías, un niño sociable con niños y adulto, al ver llegar a su papá, salió corriendo hacia él, gritando:

—¡Papá, papá!, tengo una tarea, ¡no tienes que comprar nada!
—Tobías, ¿De qué se trata? -preguntó el papá. -
—La maestra Eduviges, nos pidió que buscáramos objetos que ya no sirvan para que hagamos la tarea, la tenemos que hacer en familia: mi mamá, tú, yo y hasta mi hermana Carolina. En el cuaderno, la maestra escribió lo que hay que hacer, toma lee- entregándole el cuaderno a su papá-

El papá, leyó la nota en vos alta¬, confirmando lo dicho por su hijo y moviendo la cabeza a ambos lados, en forma de negación.

—¡Eso es con tu mamá!, -pronunció el papá. -
—¡Es con los dos!,- aclaró Tobías. -, mirando al papá a los ojos y dándole las manos para dirigirse a casa con entusiasmo, comentando durante todo el trayecto, lo que a él le gustaría hacer.

Una vez en su residencia, el niño, puso a la mamá al tanto de la tarea, proponiéndole elaborar un robot. Propuesta que fue aceptada por ambos padres, aunque no tenían claridad de cómo fabricarlo.

El sábado en la mañana, en el trayecto al mercado, Tobías, vio un muñeco en forma de pelota al que solo se le veían; las piernas, los brazos y los ojos, y dirigiéndose a su mamá, expresó: 

—¡Mamá, mamá!, ¡yo puedo ser un robot así!, ¿verdad?
—¡Claro Tobías!; pero, aún no me imagino cómo lo vamos hacer, de todas maneras, buscaremos: una caja de tu tamaño, tapas de refrescos, chaspas, y otras cosas que nos puedan servir.
—¡Si mamá!, - expresó el niño. -, saltando en un solo pies. 

Al regresar a su residencia con todo lo necesario, Tobías, no podía esperar y ante tanta insistencia, la mamá disgustada enunció:

—¡Tienes que aprender a esperar! ¡estoy ocupada!, en la tarde haremos la tarea. 
Esas horas se hicieron eternas para el niño, quien al escuchar finalmente a su mamá decir:

—Tobías, ya podemos sentarnos a hacer tu robot, - al tiempo que mostraba. -: una caja grande, tapas, chapas, marcadores, tijeras, tempera, estambre de varios colores, pega y unos guates para el frio.
—¡Guao!, ¡mamá, son muchas cosas! -comentó Tobías. -, llamando a su papá y a su hermana.  

Todos respondieron a la convocatoria y se sentaron en el piso para discutir el diseño del robot, quedando ajustado al tamaño del niño: abrieron huecos para los ojos, los brazos y las piernas. Como cualquier robot, también tenía botones que lo hacían funcionar. Decidieron llamarlo Hennboort.

Tobías, comunicó para que servía cada botón: el rojo es para prender, el negro apaga, el azul caminar, el blanco bailar, el verde saludar y el amarillo hablar.

Al terminar la explicación, su hermana Carolina, toco el botón blanco para que bailara, sin embargo, el robot no se movió, entonces el papá preguntó:

— Hennboort, ¿por qué no bailas?
—Porque, Carolina, no tocó el botón de encender, - aclaró el niño. - 

Todos soltaron la carcajada, aprobando la respuesta de Tobías.

Seguidamente, Carolina, tocó el botón de encender y luego el de bailar, logrando que Hennboort realizara la orden solicitada. Posteriormente, el papá, tocó el de color blanco para que caminara y el robot bailó. Enseguida la mamá dijo: 

—¡Algo está pasando!, Hennboort, no está funcionando bien.
—No, ustedes no están tocando el botón que corresponde. – generando risas en los presentes-

Durante largo rato estuvieron manipulando los botones para que Hennboort realizara las acciones, generando risotadas cada vez que se equivocaban y el robot hacía lo contrario a lo esperado. 

Al cabo de un rato, Hennboort se quedó paralizado; con los ojos cerrado, la cabeza agachada y los brazos desencajados, lo que hizo que preguntaran al unísono:

—¿Qué te pasó Hennboort?
—Seeee meeeeee acaaaabaaaarooon laaass piiiiilaaass…

La familia en pleno, aplaudió la capacidad creativa de Tobías y le agradeció el momento tan divertido que habían pasado, destacando la importancia de compartir en familia y cumplir las asignaciones escolares.                  




Olivia Brazón