Karelia, es una niña alegre, amigable, juguetona, colaboradora y responsable; con frecuencia ayuda a la maestra Thalía a ordenar la tiza, el borrador y cualquier objeto utilizado durante la clase, por eso, se notó su ausencia esa semana en la que faltó a la escuela. Todos sus compañeros se encontraban preocupados y se preguntaban entre sí cuál sería el motivo para su inasistencia, puesto que, llegado el momento del recreo, faltaba la alegría y las carcajadas de su amiga.
El miércoles, al entrar al salón; Kelly, Anabel y Belkis; las mejores amigas de Karelia, se acercaron a la maestra, para preguntarle:
—Maestra Thalía, ¿Usted sabe por qué no ha venido Karelia a la escuela? —preguntó Anabel, atenta a la respuesta de la maestra, al igual que las otras dos niñas, acercándose aún más, para escuchar con claridad.
—No chicas, desconozco lo ocurrido, la señora Lila (su mamá) no ha venido a informar, y de verdad yo no la he llamado para conocer los motivos de su ausencia, pero les prometo que, durante el recreo hago esa llamada telefónica para informarles.
—Gracia maestras, —contestaron al unísono las niñas.
Esa mañana, el tiempo, para las tres chicas, pasó más lento que de costumbre. Cuando sonó el timbre del recreo, ellas se quedaron al lado de la maestra, para esperar el resultado de la llamada, sin embargo, en ese momento entró al salón la maestra Dania, para avisarle a su compañera, que la directora estaba solicitando su presencia en la dirección, saliendo la maestra Thalía de inmediato, no sin antes excusarse con las niñas y comprometiéndose a realizar la llamada cuando regresara.
La maestra, volvió casi enseguida y se acercó a las niñas, diciendo:
—¡Vamos a llamar!
Marcó el número de teléfono; repicó en varias oportunidades y cuando estaba a punto de finalizar, atendió una voz de niña, quien respondió:
—Aló, ¿quién habla?
—Soy Thalía.
Al escuchar el nombre de la maestra, la niña respondió emocionada:
—¡Soy yo maestra Thalía, Karelia!, ¡Qué bueno que me está llamando!, no he podido ir a la escuela porque he estado con fiebre, tos y mucha gripe y mi mamá me está cuidando. Ella no tiene con quien dejarme y por eso no ha podido ir a la escuela, para avisar. La extraño mucho a usted y a mis amigas —continuó diciendo.
—Nosotras, también te extrañamos; Belkis, Kelly y Anabel, han estado impacientes por tu inasistencia y para tranquilizarlas y saber de ti, te estamos llamando, esperamos que te recuperes pronto.
Las niñas aprovecharon la oportunidad para saludar a su amiga:
—¡Te queremos mucho y te extrañamos! Recupérate rápido para que regreses con nosotras, —dijeron las niñas a una sola voz.
Al culminar la llamada, Anabel, le propuso a la maestra ir a la casa de Karelia, para visitarla, acompañarla y jugar un rato, ante lo que la maestra Thalía respondió:
—Yo entiendo que ustedes estén ansiosas por ver a su amiga, pero recuerden que ella está con gripe y es preferible evitar que ustedes la contraigan; es mejor esperar que ella se recupere y regrese a la escuela. Dejemos que reciba los cuidados de su mamá para que en pocos días esté con nosotros.
Escuchando el argumento de la maestra, no les quedó más que asentir con la cabeza, sin embargo, Belkis, rechinando sus dedos propuso:
—Maestra Thalia, ¿Qué le parece si hacemos una gran tarjeta entre todos y, usted nos hace el favor de llevársela a nuestra amiga?
—También unos caramelos y galletas de nuestra merienda para que ella sepa que la queremos, —interrumpió Kelly.
—Me parece un bonito gesto de amistad y solidaridad para con su compañera. Vamos a utilizar el tiempo que resta de clase de éste día, para que elaboren la tarjeta ¡con gusto se la llevaré esta tarde!, —respondió la maestra Thalia.
Una vez terminado el recreo, la maestra informó a los demás niños la conversación telefónica que habían tenido con Karelia, así como la idea surgida por Anabel y Kelly, sometiéndolas a votación, con el fin de verificar si el resto de los alumnos estaban de acuerdo. Todos votaron a favor de las ideas propuestas, conformando pequeños equipos: el grupo de decoración, los escritores del mensaje, los encargados de recolectar los caramelos, galletas y dulces y los responsables de elaborar el envoltorio del cotillón que enviarían a su amiga.
Culminada la labor, Paulina, como representante del grupo que escribió el mensaje, leyó en voz alta para verificar que todos estuvieran de acuerdo:
—Amiga, te extrañamos mucho y queremos que te sanes rápido para que regreses a clases con nosotras.
—¡Faltó decirles!: Tus compañeros de clase, —expresó Carla.
—Se puede incorporar, la frase, aunque la tarjeta en grande para que todos escriban sus nombres, —aclaró la maestra.
Uno a uno, fueron escribiendo sus nombres y al terminar entregaron la tarjeta y el cotillón a la maestra, quien lo entregaría personalmente a su amiga.
Esa tarde, Karelia y su mamá, recibieron, sorprendidas la visita de la maestra Thalía; la niña, al verla la abrazó y se alegró al recibir los presentes enviados por sus compañeros y escuchar cómo se habían organizado para elaborarlos.
Karelia, leyó el mensaje de sus compañeros en alta voz y al terminarlo expresó:
—¡Yo, También los quiero! ¡Los extraño mucho! —con una sonrisa en sus labios.
Esa tarde, Karelia y su mamá, agradecieron la presencia de la maestra Thalía, así como el amor y la amistad expresada por sus compañeros de clase, ante lo que la señora Lila dijo:
—¡Hija, los amigos son los tesoros más grandes que podemos tener y hay que apreciarlos!; tus amigos enviaron detalles, para demostrarte su amistad y eso es de gran valor, porque lo elaboraron con sus manos, llenándolos con mucho cariño para ti.
—¡Sí mamá!, agradezco la amistad de todos mis compañeros y el amor de mi maestra, su visita y el mensaje de mis amigos me hizo sentir mejor, espero poder asistir a clases el próximo lunes.
—¡Yo también lo espero! —expresó la señora Lila.
Madre e hija se abrazaron, luego destaparon el cotillón y al ver las galletas de chocolate, se miraron y sonrieron, cual cómplices, al ver que se trataba de las galletas preferidas de ambas, compartiéndolas con la maestra.
Finalmente se despidieron esperando encontrase el siguiente lunes en la escuela.
FIN