Personalmente recuerdo muchas cosas de los carnavales de los tiempos de mi niñez. Recuerdo claramente que para la década de 1960, las personas celebraban el carnaval jugando con agua y otras sustancias.
Era algo tan popular y común que las personas evitaban salir a la calle en esos días por el temor a ser mojado o pintado.
Recuerdo que habían personas que se pintaban todo el cuerpo de negro con algo que llamaban "negro humo" y con tan solo un traje de baño, esgrimían un gran tridente con el que amenazaban a las personas.
En ocasiones, estos llamados diablos danzantes que andaban a toda hora por las calles, entraban a la fuerza en las casas y mojaban y pintaban a todos sus habitantes sin importar si eran hombres, mujeres o niños.
De la misma forma que andaban los diablos por la calle, también habían muchos camiones cargados de personas con sendos tambores llenos de agua que pasaban frente a las casas y mojaban a todos los que estuviesen sentados en la acera. Era sabido que aquel que en esos días de carnaval estuviese fuera de su casa a cualquier hora podía ser mojado.
En esa época, la elección de la reina de carnaval era un evento extraordinario y como tal era manejado. La elección se realizaba en el antiguo estadio 23 de enero y era de entrada libre.
Poco a poco todo esto fue cambiando. Para la década de 1970, los eventos tenían mejor organización y se empezaron a realizar los desfiles en la Avenida Bolívar en dónde participaban las empresas privadas y públicas. Desde ese entonces quedó prohibido por orden de la gobernación el juego de carnaval con sustancias distintas al agua y se puso como hora tope las 2:00 de la tarde a fin de permitir que las personas pudieran acudir a las 3:00 de la tarde a ver el tan esperado desfile sin preocupaciones.
Esta orden fue recibida de buena manera y sin darnos cuenta nos encontramos con unos carnavales muy bien organizados que se hicieron referencia en el oriente del país, desplazando del puesto que había mantenido hasta ese momento los carnavales de Carúpano y El Callao.
De esta manera, en tan solo un par de años, los carnavales adquirieron el estatus de internacionales debido a la gran cantidad de turistas que arribaban a la ciudad para esos días. Junto a los turistas habían una gran cantidad de comparsas, hermosísimos trajes individuales y enormes bandas secas de universidades de muchas partes del país que acudían para participar en por lo menos uno de los desfiles programados por la Junta de Carnaval.
Para esos desfiles, las carrozas iban preparadas con tambores llenos de una mezcla papelillos y caramelos que arrojaban a los espectadores apostados a cada lado del trayecto de la toda la avenida Bolívar.
De esa manera fue que personajes como la reina eterna (Carmen Reyes) o La abuelita Carmen como le decían sus conocidos y vecinos del barrio Periquera de Maturín.
El Cantinflas de Maturín (Fedor Aristimuño) residenciado en La Cruz de la Paloma y quien al igual que Carmen Reyes hacía su presentación religiosamente en los desfiles de carnaval.