Soledad sonora
Me gusta, la estridencia del silencio, en la intranquilidad de mi quietud, atormentada por el conticinio de la obscura noche, que hace levitar mi excitado organismo, producto de la abstinencia etílica que produce mi sobriedad de noctambulo, bebedor de sueños.
Amanecer en el estío
Gotas de rocío
aun firmes
en las hojas del monte,
calan la humanidad
del niño campesino.
Chasquean los machetes amellados
sobres las piedras de amolar.
Mientras el cejo
suelta su humo de humedad,
en el estiaje de mi río,
que sobrevive al verano.
Ardentía
Selene en todo su esplendor,
alboroza el plancton,
partículas de nácar y corales
escoltadas por peces
impactan entre si,
produciendo destellos estrellados,
que se hacen fluorescentes,
en el cuerpo de los afortunados
al bañarse en la mar,
azul ennegrecida
en plena pleamar.
Viaje al placer
Natividad,
Muerte.
Renacer permanente.
Falsa defunción.
¡Tú no puedes morir¡
Están equivocados,
naciste inmortal.
Así lo dice el nombre
que tu madre te dio:
Natividad Romero.
Te mudas al empíreo
buscando los amigos
que viajaron primero.
Aquí queda tu obra
de honradez ciudadana
el recuerdo perenne
de tu humor contagioso
mitigará la ausencia.
Y te recordaremos
como el gran labrador
que formó una familia
a costa del sudor
de la larga faena
que nunca le cansó.
Padre
Te veo en medio
Del arado.
Inmenso en tu estatura,
Firme en tus convicciones,
asertivo en tus concejos.
Percibo tu olor,
tu cercanía.
¿será el deseo?
Por
Rafael Padrón Buonaffina
Poeta


