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El Darien, infierno y cielo a la vez - Claren Núñez

 


Mucho había escuchado sobre la misteriosa y letal selva ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá, pero un día decidí constatarlo en carne propia y las historias y vivencias contadas por extraños o ajenos a mí, eran solo un abreboca, para lo que estaba a punto de vivir y sentir. 


Fueron 4 días y medios explorando el tapón del Darién, y confirmando que es uno de los lugares más peligrosos del mundo, por lo que el nombre de "Infierno verde" ha sido uno de los más usados para referencia del mismo. 


No puedo evitar plasmar en éstas letras mi sentimiento de tristeza al entrar y sentir la energía que allí se desprende, solo oré a Dios para que su fuerza y nobleza me permitieran entrar y también salir, y sentí pesar por todas las personas que allí perecieron, a quienes en ese momento les elevé una oración, del mismo modo que supliqué a la selva en su gran majestuosidad, permiso para inmiscuirme en su suelo, no apto para tanta cantidad de migrantes. 


La aventura comenzó cuando una avalancha de personas comenzamos a caminar bajo temperaturas extremadamente calientes, bastante desagradables a nuestro cuerpo, cada paso que dábamos era un logro más y una desgracia bloqueada, y es que un paso en falso, sugiere la diferencia entre la vida y la muerte, cuando estás a expensas de caer en las montañas más estrechas, jamás antes vistas, en los ríos más traicioneros, o en las pisadas equivocadas, cuando serpientes, arañas y hormigas venenosas, se pasean por todo tu entorno. 


Escalar montañas siempre lo visualicé como una alternativa alejada de mis pasiones, sin embargo jamás imaginé tener que escalar tantas durante varios días, la adrenalina es sorprendente, tu mente solo te dicta que debes seguir, pese al cansancio, o las afecciones físicas y de salud que se te presentan en el camino, el lodo de esas lomas es tan pegostoso y mortífero que en esa travesía vi caer a muchos paisanos (adultos y niños) atrapados en la traición abrupta de ese lodo mortal, entre fracturas, torceduras, y caídas fatales, algunos se quedaron en el camino. 


Muchos me han preguntado si es verdad que allí mueren personas y que por qué mueren, pero antes de responder esas interrogantes puedo acotar que entre los enigmas más notables de la selva, está ese sentimiento no cesante de presentir que de donde no pudieran estar mirándote, siempre te observan, y que en los lugares más inhóspitos de ese lugar el "olor a muerto" penetra en tu olfato como una sentencia estricta que te envían los que no lo lograron, para que sepas que ese sitio puede ser el inicio de lo siguiente, o el final de todo, y contestando las interrogantes anteriores, puedo asegurarles que la mayoría de las muertes son por ahogamiento en los ríos, mordeduras de serpientes, caídas, deshidratación e infartos. 

Por todo lo antes señalado y por el miedo imparable que se siente al escuchar en esas noches oscuras los rugidos terroríficos de los pumas adultos, y otras especies de felinos que dan voz de alerta en su andar, cuando estás en el medio de la nada, es que puedes comparar a esa jungla como uno de los infiernos más latentes que puedes vivir. Sin embargo y en contraste a eso muchas veces cuando ya el cuerpo no resiste por la fatiga, el hambre o la sed, hay una especie de energía espiritual, que te contagia, y es que el Darién posee unos escenarios naturales sorprendentes, árboles con formas características, flores exóticas, piedras con morfologías exuberantes, y aguas de ríos mágicas y serenas, que devuelven a tu vista un poco de sosiego, quedando demostrada la contraparte del infierno que se vive, puesto que todo el ecosistema del lugar, es un verdadero cielo en la tierra, del cual me enamoré y jamás olvidaré. 


Agonía, terror, ansiedad, miedo y nostalgia son los conceptos que allí más se sienten, pero mi mayor consejo es que el éxito depende principalmente de la concentración y la fuerza mental, que en mi caso pudo vencer al desgaste físico. 


Eran las 12 del mediodía y ya llevaba varios días caminando a la intemperie de no saber si algún día lograría salir de un cielo convertido en infierno, aquel paraíso natural se había convertido en un juez que dictaminaba horas de agonía y cansancio absoluto, para todo aquel que aun sabiendo del peligro latente al que se expondría, cometería la osadía de adentrarse a su suelo.


El bolso que logré llevar con implementos para mi sobrevivencia se había resumido en medio litro de agua, y un paquete de miel, tamaño miniatura, mis piernas empezaban a pesar, como pesa una enfermedad cuando no hay cura, mi cabeza estaba a punto de estallar, mis labios tenían un hormigueo similar al que produce la angustia acumulada, y mis manos temblaban, sin embargo quise caminar unos kilómetros más, bajo las propias pisadas de mis pies ensangrentados, y el dolor de las lesiones que produjo dar pasos erróneos, pero no era el dolor del cuerpo el que me estaba comiendo el alma, sino el dolor de saber que algunos de los que me acompañaban, no llevaban la fuerza mental suficiente para soportar tal escena de terror. 


A pesar de mis esfuerzos por mantenerme inquebrantable, en un espacio muy corto de tiempo, de la nada llegué al río y sentí que flaqueaba, fue mi mayor momento de debilidad, mi mente estaba dura, pero mi corazón comenzó a llorar, y sentí ansiedad, en ese momento el miedo se apoderó de mí, me senté en una piedra, lavé mi cara con el agua del río y al abrir mis ojos, allí estaba él, era el ángel del río, me miraba con compasión y ternura a la vez, su presencia fue como la magia que necesité para renacer y fortalecerme de nuevo, no hizo falta que él me hablara, porque sus ojos me transmitieron toda la energía necesaria para lograr salir del hueco en el que estaba cayendo, drené mi nostalgia llorando, y mentalmente le dije gracias por estar aquí y no abandonarme, me levanté y seguí mi camino, y después de miles de penas y angustias, el ángel del río volvió al cielo, y yo estoy acá con la suerte divina de poder compartirles ésta historia.


Muchas personas juzgan y critican, otros admiran y aplauden a quienes tomamos ésta decisión en búsqueda de una meta particular, pero lo importante es la convicción de cada uno, y la afirmación popular de que las goteras de cada casa, solo la conocen sus habitantes, hoy me siento más fuerte de lo que ya me consideraba, y más capaz de lo incapaz. 


El Darién, infierno y cielo a la vez, un lugar que ni perdiendo la memoria podré olvidar. 


Nadie me lo contó, esta es mi historia, yo la viví.