Relato número 345
Frases que valen oro
Cuando investigaba para escribir mi libro los Héroes de las Queseras del Medio, me encontré una serie de frases que según la tradición fueron dichas o escritas por los próceres que investigaba, helas aquí:
El General Cornelio Muñoz llego a ser Gobernador de Apure y en uno de sus escritos decía:
-Cuando la patria necesite de mis servicios, prometo volar a prestársela, hasta exhalar el momento postrero de mi vida.
El iracundo y valiente Coronel Francisco Aramendi, una vez, se trabo en una pelea cuerpo a cuerpo con el General Páez, este lo derribo y le puso un puñal en el cuello, pidiéndole que se rindiera.
-Máteme, pero no me rindo.
Páez le perdonó la vida y en su autobiografía cuenta que fue junto con Aramendi y otros llaneros a pasar a nado el Apure, para tomar unos botes al otro lado.
Cuando Páez trató de agarrar la canoa, Aramendi le tomo el brazo y le dijo:
–Si trata de subir primero le corto la mano -Páez le dejó la delantera.
El Coronel Fernando Figueredo, defendiéndose de unas calumnias, escribió:
-Los Figueredo no hacen alardes de sus méritos, creen que como americanos y hombres libres era su deber pelear y morir en defensa de la Patria. ¿No sabe Venezuela que los oficiales Figueredo murieron 12 con las armas en la mano, en los campos de batalla?
El Coronel Juan José Rondón. Conocido por su célebre frase en Pantano de Vargas cuando Bolívar le llama a entrar en la batalla.
–Es que Rondón no ha peleado.
También en las Queseras Del Medio, cuando Páez lo elogiaba en plena batalla le grita:
-General, así se baten los hijos del alto llano.
El General Francisco Carmona, apoya a Páez en su revolución de 1848, es derrotado en Bacoa y apresado, sus compañeros escapan y él les dice:
-Un jefe como yo no huye, espera su sentencia.
Es expulsado de Venezuela y se radica en Colombia donde años después es asesinado en Siénega, por una turba que asaltan su casa, logra matar 3 y herir a 7 antes de morir.
El Coronel Julián Mellado hace prodigio de valor en Carabobo y una vez decidida la batalla se une a un grupo de lanceros que se empecinan en alcanzar el batallón Valencey que se retiraba hacia Valencia, va al lado de Rondón, le toma la rienda y le grita:
-Compadre, delante de mí, la cabeza del caballo.
Pica espuela y pasa adelante para caer acribillado a balazos, víctima de su valor temerario.
El Coronel Leonardo Infante. En el momento más angustioso de su vida, cuando se encontraba frente al cadalso, tuvo arrestos para decir a los que iban a presenciar su ejecución.
–Señores, he cometido muchos crímenes durante la guerra, esos son los que voy a pagar en este patíbulo, pero en cuanto a la muerte de Perdomo, declaro ante todos, que no lo he hecho y que muero inocente.
El Sargento Inocencio Chinca, valiente lancero de Casanare, quien en Pantano de Vargas, se traba en un duelo a lanza con el Capitán Bedoya de las tropas del rey. Ambos son expertos y se hieren mortalmente. El Español muere siendo atravesado por la lanza y Chinca herido es trasladado al pueblo de Tibasosa y no dejaba de repetir en su agonía antes de morir:
-Bedoya me pringó, pero él también se fue.
Expresión bárbara, pero llena de hombría como eran aquellos aguerridos lanceros de las Queseras del Medio.
Como se hace largo y tengo muchos otros lo dejare para un siguiente Relato.