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El niño que salvó el bosque - Olivia Brazón

 


César era un niño que amaba jugar por los alrededores de su casa. Con frecuencia sigue a los bachacos hasta sus cuevas, viendo el cargamento de hojas y flores de las plantas de su mamá. A veces se distrae tanto, acercándose cada vez más al bosque en las adyacencias de su casa, deleitado por el canto de los diferentes pájaros posados en los árboles, las ardillas que saltan de rama en rama y los diferentes animales a que allí viven. 


Una mañana, el pequeño César, inició su acostumbrado juego matutino, alejándose una distancia mayor de lo habitual, cuando de repente escuchó la risa de un grupo de niños que jugaban alegremente con una pelota echa de retazos de periódicos.


César estuvo observando al grupo durante un largo rato, con ganas de unirse a él, sin embargo, recordó lo que su mamá le decía con frecuencia: 


—César no hables, ni juegues con extraños, tú no sabes cuales pueden ser sus intenciones.

A pesar de tener presente la sugerencia de su mamá, César creyó que nada podía pasar o pasarle si se acercaba a los niños que jugaban. 

Se dispuso a caminar hacia el lugar, cuando vio a uno de los niños, al que todos llamaban Sebastián que, insistía en encender el yesquero que tenía en sus manos. El resto de los niños le suplicaban que no lo hiciera, argumentando que sus padres se los tenían prohibido, porque podían provocar un accidente. Pero Sebastián, no se quedó tranquilo hasta que atrajo la atención de los 6 niños que con él se encontraban.

Sebastián comenzó a encender y a apagar el yesquero, y le pidió la pelota a Carlitos para acercarla al fuego. Carlitos se negó, al igual que los demás niños, pero Sebastián se abalanzo sobre Carlitos y le quitó la pelota. Los niños a Coro exclamaron: 

—Cuidado con lo que vas hacer, Sebastián, nosotros mejor nos vamos  —Exclamaron los niños que sin pensarlo mucho se fueron del lugar, dejando solo a Sebastián.

—Todos son unos miedos. Yo voy a encender el yesquero y verán que no pasa nada —gritaba Sebastián a sus amigos que se alejaban.

Mientras decía esto, el encendedor se cayó de sus manos sobre la pelota y ésta se encendió, propagándose las llamas hacia unas ramas secas, formando inmediatamente un candelero que empezó a quemar a los arboles del bosque. Los niños asustados corrieron hacia sus casas, y Sebastián se quedó aterrorizado y llorando al ver lo que había ocasionado. En ese momento, César que se encontraba cerca, llamó a Sebastián por su nombre: 

—Vente Sebastián, vente, vamos a buscar ayuda. Tenemos que salvar al bosque, porque es quien nos da el oxígeno que respiramos. Bueno, eso dice mi mamá. Además, es la casa de muchas especies. 

Cuando Sebastián estuvo cerca, César lo agarró de la mano dirigiéndose hacia su casa, en donde su papá se encontraba plantando unas semillas de tubérculos.

—Papá, papá —gritó César desesperado—. Vamos a buscar ayuda para apagar un fuego que está encendido en el bosque.

—¿En el bosque? —preguntó el papá sorprendido. 

—Si papá, corre y después te explico —respondió César.

El papá de César, antes de irse, le pidió a su esposa Martha que llamara a los bomberos mientras él buscaba ayuda con los vecinos. 

César, su papá y varios vecinos llevaron arena para ir apagando el fuego, mientras que llegaban los bomberos. Mientras tanto, Sebastián estaba tan asustado que no quiso regresar al lugar. 

Al llegar al sitio, ya el fuego se había extendido tanto que no pudieron hacer nada, solo alejarse un poco y esperar que llegaran los bomberos, quienes con su conocimiento y experiencia pudieron controlar y apagar pronto el fuego. Dando las gracias a los presentes por la llamada realizada.

Juan, el papá de César, explicó a los bomberos que, de no haber sido por su hijo, el bosque se hubiese quemado en su totalidad.

Los bomberos agradecieron a César por la valiosa información y aprovecharon la oportunidad para investigar lo sucedido.

César explicó todo lo que había observado momentos antes. Entre los presentes se encontraba el papá de Sebastián, quien se disculpó en nombre de su hijo, comprometiéndose a darle un buen castigo a su hijo por lo ocurrido, ya que él y su mamá le tenían prohibido manipular o jugar con fósforos y yesqueros.

Los bomberos, no estuvieron de acuerdo con el castigo y le propusieron realizar una charla en el aula de clase de Sebastián, con material que ellos le facilitarían de las diferentes formas de evitar accidentes forestales, la importancia de los árboles para la vida de los seres humanos, así como para la conservación del medio ambiente y algunas acciones que pueden realizar los niños para contribuir al cuidado del bosque y del ambiente en general. Sugiriéndoles que invitaran a los padres para que estuvieran presentes en el aula todos los niños con sus representantes.