Bajo el cielo azul y un radiante sol, se encuentra Román, paseaba en su yate en el corazón del mar Caribe. Como joven aventurero le gustaba explorar y experimentar en aguas desconocidas.
De repente se avecina una tormenta que lo toma por sorpresa, las olas lo azotan con furia mientras el viento fuerte lo arrastraba, el joven luchaba por mantener el control de la embarcación. Román divisó una pequeña isla hacia donde trato de llevar la embarcación, por fortuna logró llegar y atracar su yate ahí. La tormenta fue pasando poco a poco. Román salió de la embarcación a explorar y se percata que la arena de la isla es dorada y se da cuenta que de oro, la arena brillaba con el sol. Román asombrado por lo que había encontrado, entre alegrías y dudas pensaba que hacer, si quedarse a vivir en la isla con el tesoro encontrado o regresar a casa. Pensaba: Si se quedaba, estaría solo sin nadie con quién compartir su oro Pero si se iba a casa podía perderse y no encontrar de nuevo la isla dorada.
Pensó entonces en recoger lo más que pudiera de arena de oro y llevarla con el, así tendría una vida llena de lujos. Román llenó su yate con pepitas de oro y emprendió su viaje de regreso a casa.
Después de varias semanas de viaje Román divisó la costa de donde el había salido. La emoción lo invadió, su corazón se alegró, había llegado a casa, su familia lo esperaba en el muelle.
Román compartió su secreto con las personas de su confianza, los cuales le ayudaran a proteger la isla y a usar sus riquezas por el bien común.
María La Rosa.