SEGUIRÉ BAILANDO
Cuando el parpadear de mis cansados
ojos, no puedan percibir la luz del sol.
Cuando mis pies no puedan dar más de dos
Pasos, y mi voz sea un ahogo que nadie.
Escuché, será entonces que aceptaré el ocaso.
Mientras seguiré bailando, quizá sin el ritmo
de los mejores años, pero aun así continuaré
bailando.
Tomaré del vino que, como yo, se ha ido añejando, evocando la gloria de haber visto
unos ojos que sutilmente me enamoraron.
Entonces, humedeceré los labios, para sentir
aquellos, que más de una vez sobre los míos posaron, el más dulce néctar dándome la fuerza para llegar ahora a mis gastados años.
Solo cuando el parpadear de mis ojos cansados no puedan percibir la luz del sol, y quizá mis pies no puedan dar más de dos pasos.
Y mi voz sea un ahogo que nadie escuche, erizando mi piel el frío despiadado será entonces que aceptaré el ocaso.
Mientras no detendré mi danza, intentaré apurar el paso, y simplemente seguiré bailando...
EL SECRETO
Su mirada, quedó atrapada
en el pensamiento, y en todo
el amor que su corazón guardaba.
Sus pasos iban tejiendo
sueños, con hilos de hadas
llenando de magia su madrugada.
Mujer y niña encantada, cuánto de
tí ocultabas, como un gran secreto
bajo tú almohada.
Abriste tus alas, buscando
un horizonte donde te encontrarás
sin conocer el rumbo que llevabas.
¡Lo diste todo! Sin exigir nada
tu triste mirada la llevo grabada
y guardo tus sueños, también en
mi almohada.
Carmen Natalia Pérez