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¿A dónde se fueron los valores familiares? - Olivia Brazón

 


Para comenzar, les comparto mí desencanto, cuando viajando en el bus de regreso a casa, después de mi acostumbrada reunión formativa de los miércoles, vi a una mujer joven, sentada en la butaca anterior a la mía, acompañada por sus dos niños: una hembra y un varón; la hembra creo no pasaba de ocho años de edad y el varón, estimo que no llegaría ni a los dos años. 

Mientras esperábamos que el vehículo se llenara, la madre de los niños, a través de la ventana llamó al heladero que estaba cerca y compró dos; uno le dio a la niña quien, no se sentó a pesar de que tenía el asiento disponible, sino que permaneció parada frente a mí viéndome; la otra lo compartió con el pequeño que llevaba sentado en sus piernas. Todo iba bien hasta el momento en que terminaron de comérselos; cundo la niña lanzó la basura por la ventana sin tener ninguna objeción u orientación de parte de su mamá. Apretando los labios para no emitir ninguna palabra y con cara de pocos amigos, fije los ojos en la chiquilla, esperando que la niña le comunicara a su mamá la forma en la que la miraba y así hacerle la observación a la madre, no obstante, la muchachita me quedó mirando fijamente, supongo que consciente de que lo que había hecho estaba mal ya que se volteó para sentarse adecuadamente, sin decir nada al respecto. Sin embargo, el evento no terminó allí, la mamá quien acaba de ayudar al niño a terminar su helado, alzó al pequeño para que, con la ayuda de su hermanita lanzara la bolsita vacía por la ventana, obteniendo el aplauso de ambas, tras la acción que acababa de realizar. 

No podía dar crédito a lo que veían mis ojos y me salió del alma un ¡No puede ser! ¿Qué estamos creando? ¿Qué estamos enseñando? Esas palabras, al parecer no fueron escuchadas por nadie y lo que vi, nadie más lo vio o para el resto de las personas, este tipo de acciones son normales, ya que días atrás me había topado con una situación similar.

En esa ocasión, me encontraba en la fila esperando el bus que me llevaría a casa y entablé una conversación amena con niño que acompañaba a su abuela y mientras esperábamos se comía un helado y al terminarlo, lanzó la bolsita al piso ante tal situación y sin poder contenerme,  delante de su abuela y todos los presentes le dije: hijo, por favor recoge la bolsita del piso y  colócala en esa bolsa; señalando una bolsa de desechos que tenía un vendedor de golosinas amarrada en un lugar cercano, de esta forma contribuimos a mantener limpia la ciudad.

La abuela lo miro y confirmando lo que yo le había sugerido exclamó: ¡Si, recógela y colócala en la bolsa!, la señora tiene razón, sin decir nada más. Entonces me pregunté internamente: ¿una abuela tiene que esperar que otra persona sea quien le enseñe o recuerde a su nieto, lo que debe hacer? ¿Qué está pasando con los valores que les corresponden enseñar a la familia? 

Esos dos eventos y la cantidad de desechos que observo alrededores de las calles y carreteras, cuando miro a través de la ventana me lleva a la interrogante: ¿Cómo podemos esperar que la ciudad, nuestras comunidades e incluso nuestras casas se mantenga limpia, ornamentadas y cuidadas, cuando a los propios padres y ciudadanos se les olvidó que las primaras enseñanzas comienzan en casa a través del modelaje de ellos, más que de las palabras que puedan emitir.

Parecieran no recordar que el derecho de unos termina donde empieza el derecho del otro, además de que el respeto incluye no solo a las personas con las que nos relacionamos, sino también a los espacios que compartimos con los demás. 

El sentido de pertenencia dejó de tener valor, poco importa las condiciones de insalubridad y cómo la suma de acciones inconscientes, pueden ocasionar brotes de enfermedades ante lo que ninguno está exento. Por supuesto, no puedo generalizar al respecto, sin embargo, este comportamiento lo veo reiteradamente en grandes y chicos.

Cabe entonces las siguientes preguntas, inquietantes por demás: ¿Qué aprendieron estas mujeres en su casa? ¿Cuál es el sentido y valor de pertenencia y responsabilidad que los padres y abuelos le están enseñando a sus hijos y nietos? ¿Qué patrón de conducta están modelando? ¿Si los padres y abuelos no asumen la formación de las futuras generaciones en casa, quién se ocupará? ¿Qué valores predominaran en las generaciones venideras? De ahí la importancia de reflexionar acerca de: qué son los valores, a quién le corresponde enseñarlos y cuáles son algunos de los valores que requerimos enseñar a la población que está creciendo y desarrollándose en estos tiempos, en tal sentido podemos decir lo siguiente:

¿Qué son los valores familiares?

Son el conjunto de creencias, principios, costumbres, relaciones respetuosas y demostraciones de afecto que se transmiten en la familia generacionalmente y pueden ser diferentes de unas familias a otras.

Por ejemplo: para algunas familias es una costumbre y un compromiso reunirse, generalmente los domingos para elaborar y compartir una comida familiar, mientras que para otras esto no es importante.
Algunos valores importantes para las familias 

Aunque existe una larga lista de valores familiares, me referiré a algunos que considero indispensables y relacionados con el aspecto concerniente, entre ellos:

El Amor: es la base de las relaciones personales que une a padres e hijos, creando vínculos presentes a lo largo de la vida, proporcionando un entorno de apoyo y cuidado, crucial para el desarrollo emocional y psicológico de los niños.

Se manifiesta como lealtad, comprensión y solidaridad que moviliza a las personas para trabajar juntas hacia el logro de objetivos comunes, dentro y fuera de la familia, contribuyendo a mejorar las condiciones y calidad de vida de todos los integrantes.

Abarca un sentimiento de aprecio y cuidado por nosotros mismos, los semejantes y el medio ambiente que nos rodea.

El Respeto: se refiere a la consideración y valoración positiva ante alguien o algo, e implica un trato cordial y respetuoso entre las personas que se extiende a objetos y lugares: dotación de la vivienda o planteles educativos, espacios físicos y áreas comunes; plazas, parques, parada de bus, entre otros.

La Pertenencia: es el sentimiento de identidad que un individuo tiene en torno a la familia y país en donde nació, la comunidad o sector en donde reside, e institución en la que estudia, trabaja o interactúa; lugares que merecen cuidado y mantenimiento.

El sentido de pertenencia se ve reflejado cuando, todos los integrantes de una familia, país, localidad, e institución se sienten y reconocen como parte importante de la misma, prevaleciendo la unidad, el respeto y el compromiso por conservar tanto las relaciones interpersonales como las estructuras y espacios.

El Compromiso: hace referencia a un acuerdo u obligación que adquiere o establece  un ser humano con otro u otros, aunque en algunos casos no haya un documento firmado.

En el caso de la familia; los padres asumen el compromiso de amar, cuidar y educar a los hijos dentro de un ambiente sano; los empleados se comprometen a cumplir los objetivos para los que fueron contratado; los miembros de una comunidad tienen el compromiso de cuidar y mantener los espacios comunes en buen estado.  

Una persona de compromiso da su palabra y se responsabiliza en cumplir lo prometido, indistintamente de los esfuerzos que conlleve consumarlos. Por ejemplo: “hermana, cuenta con mi apoyo, estaré ahí para acompañarte en caso de que me necesites”, esa promesa estará presente tanto en la persona que hizo la promesa como en aquella que la recibió, incluso entre hermanos, padres e hijos y amigo, en la mayoría de los casos no hace falta expresarlo de manera verbal.

La Gratitud: consiste en apreciar y reconocer la importancia que los demás desempeñan para nuestro bienestar físico, mental y emocional, así como los aspectos no materialistas de la vida, como es el hecho de tener un espacio sano y limpio en nuestros hogares y en la ciudad en general.

Una manera de agradecer lo que otros han hecho por nosotros es dar las gracias, un abrazo, o enviar un mensaje a aquella persona que nos han ayudado a realizar algo, o ha estado presente en un momento en el que lo hemos necesitado. 

En cuanto al espacio físico e infraestructuras, una manera de agradecer es manteniéndolos limpios y en buen estado.

Las Tradiciones: forman parte de las vivencias únicas de la familia, que permiten crear vínculos y guardar los mejores recuerdos diferenciales de unas y otras, como lo son los cumpleaños, navidad, o cualquier otra festividad.

Una tradición familiar puede ser enseñar a los niños a colocar la basura en su lugar, tanto en el hogar como en los sitios públicos; en caso de que no haya contenedores en los sitios públicos para tal fin, orientarlos a guardar los desechos en los bolsillos de los pantalones a los bolsos escolares, con el fin de contribuir con la limpieza.

La Responsabilidad: Se refiere a las prácticas ciudadanas que procuran el bien común, en familia, por ejemplo: el estar atento a las necesidades de cada uno de sus miembros, mantener el orden y la limpieza y participar en las tareas del hogar.

A nivel social: interesarse en actividades solidarias, cumplir la ley y cuidar el medioambiente. 

Valorar a los Adultos Mayores:  por ser las personas de más experiencia merecen prioridad en el respeto, cuidado y solidaridad. Brindarles un adecuado trato, acompañarlos dentro y fuera de casa, expresarle cariño, cederles el puesto en los medios de transporte, entre otros, son ejemplo de valoración hacia ellos.

La Comunicación: es la forma en la que se transmiten el resto de los valores, ya que a través de las diferentes formas de comunicación; verbal o no verbal; con la palabra o con los ejemplos modelados en la familia es que se van aprendiendo, internalizando y reforzando en el día a día dentro de los hogares, de ahí la importancia de que sea constante, clara y respetuosa, contribuyendo así a que se conviertan en la pauta de cómo ser, vivir y comportarse en la vida.

Al repasar estos valores me pregunto: ¿es que los valores pasaron de moda o simplemente se han olvidado con el pasar del tiempo y el ajetreo de la cotidianidad? ¿Si la familia no los enseña, los modela y los recuerda todos los días a quien le corresponderá esta función?

Considero indispensable que cada familia se detenga por un momento a revisar la importancia que tiene la formación en valores para crear ciudadanos responsables, y valiosos no solo para la familia sino también para la sociedad, recordando que:

Es en la familia donde se adquieren los primeros significados, creencias, hábitos, juicios y también donde se aprende a gestionar las emociones, desarrollar el carácter, la personalidad y a tomar decisiones.
Son los padres quienes deben asumir el liderazgo y su rol de guiar a sus hijos en la construcción de valores y costumbres familiares, ya que de esta manera contribuyen al desarrollo físico, mental y espiritual de sus hijos.

En estos momentos es sumamente recomendable que los padres revisen si están cumpliendo efectivamente su rol y cuáles son los valores familiares que quieren practicar, enseñar y modela a partir de hoy, tomando en consideración la necesidad de una comunicación efectiva y la colaboración entre los miembros de la familia para identificar los objetivos y valores compartidos, con el fin de ajustarlos en pro de desarrollar habilidades emocionales y mejorar la calidad de las relaciones familiares y sociales. 



Olivia Brazón