El holocausto
Aquel criminal taló,
con fiereza la arboleda;
la plaza la devastó,
la hojarasca sólo queda.
Los pájaros que hacían nidos,
en esas ramas frondosas,
huyeron despavoridos,
¡qué escena más horrorosa!
Y el miserable reía,
viendo cómo un arrendajo,
a su cría recogía,
que de un árbol cayó abajo.
De humanos sin corazón,
está lleno nuestro mundo;
ruines en cualquier rincón,
maldad segundo a segundo
Señor, tú qué al hombre hiciste,
también a la fauna y flora,
¿por qué una ley no impusiste,
ante el mal que nos devora?
Después que destruyan todo
y nos lancen al abismo,
irán a buscar el modo
de asesinarse ellos mismos?
Dios mío, trae la cordura,
a este proceder infausto,
¿o será al fin la locura,
que acarreará el holocausto?
A los cultores monaguenses
Desde el alma, para ustedes mi mensaje,
sus nombres escribiendo en letras de oro;
recíbanlo como un digno homenaje,
son ustedes de la patria un gran tesoro.
Promotores de cultura de los pueblos,
nuestra tierra se rinde hoy a sus pies;
este honor para ustedes lo celebro,
nuestra patria, de verdad, ¡qué bella es!
Dios bendiga la labor que han realizado,
la entidad culturizada crece y crece;
este pueblo su trabajo ha venerado,
dedicación que Monagas agradece.
Son egregios cultores que enaltecen,
el orgullo del ser venezolano;
el altar de la nación se lo merecen
y el abrazo de su gente como hermanos.
Me admira que aquí estén representantes,
de distintos municipios del estado;
circunstancia que por sí sola es garante,
de que hay un pueblo que es beneficiado.
El Icum hoy les rinde este tributo,
sus esfuerzos no han caído en saco roto;
que merezcan más honores, no refuto,
porque sigan recibiéndolos yo voto.
Pido a todos que a ustedes reconozcan,
su entrega, su denuedo y su tesón;
que al que no sea conocido lo conozcan,
¡se ganaron de la gente el corazón!
Jesús Núñez León