María salió como todas las mañanas a regar sus plantas, saboreando su café y disfrutando del canto de los pájaros que se posaban sobre las flores haciendo un juego de colores.
Al mirar hacia un lado se percató que había un sapo pequeño que no se inmutaba ante su presencia, ella se acercó a ver si reaccionaba, y él se quedó quieto, solo abrió sus ojos, dando la sensación de mirarla. María entro a la casa a buscar algo de fruta para darle, quedando sorprendida de que el sapo la había seguido y estaba detrás de ella.
Después de darle fruta, el sapo probó de ella, y salió nuevamente al jardín.
María sorprendida por la forma como actuaba el sapo decidió dejarlo tranquilo, y no sacarlo del jardín.
Pasaron los días, y el sapo esperaba que María saliera a darle fruta, se repetía la misma escena de entrar a la cocina y él detrás de ella, comía para luego irse nuevamente.
Paso el tiempo, y el sapo fue creciendo, se convirtió en el fiel cuidador del jardín. María decidió llamarlo Ceferino, y para sorpresa de muchos, cuando ella lo llamaba, el aparecía por arte de magia.
En una oportunidad, llegaron de visita unos amigos, María muy atenta preparó unos bocadillos para agradar a la visita, y estando en el compartir, entró Ceferino, causando una reacción de sorpresa, y a la vez de rechazo; uno de ellos gritó... ¡Un Sapo! busquen una escoba para matarlo.
María alarmada y un poco apenada, le dijo a sus amigos, no pueden hacer eso, estén tranquilos, él es Ceferino, es mi mascota y tiene mucho tiempo viviendo aquí, es cuidador del jardín. Todos se miraron con cara de sorpresa e interrogante, y uno de ellos le dijo, como se te ocurre tener algo tan feo en tu casa, María reaccionó un poco molesta, y le respondió diciéndole: Ceferino es una buena mascota, ha sido respetuoso y obediente, eso ante mis ojos lo hace hermoso y tiene para mí mucho valor.
Los amigos de María no podían entender su reacción; cómo un sapo podía ser una buena mascota; con un aspecto tan repulsivo; para más sorpresa en ese momento, María le hablo al sapo por su nombre; Ceferino sal al jardín, te llevaré fruta, y enseguida el sapo se dirigió hacia la puerta, dejando sorprendidos a los presentes. Ceferino era feliz en su jardín, y María sonreía ante la expresión de muchos que no entendían, como un sapo podía haberse convertido en una gran mascota.
No podemos dejarnos llevar por el aspecto en aquello que vemos, sea en personas o animales, sus acciones es lo que demuestra realmente lo que son. Muchas veces nos dejamos llevar por apariencias, que luego nos impide conocer un gran corazón.
FIN