Cuando nos acercábamos al estadio, con algo de retraso, desde cierta distancia se escuchaba la grisapa y podías calibrar por la intensidad de la bulla la cantidad de personas que ya estaba allí... ¡Apúrate, Chuo! Ya el juego debe estar por comenzar, me alertó mi amigo Beto. Nosotros veníamos de Campo Loco. En el Estadio “El Porvenir” se escenificaba los fines de semana todo tipo de evento o espectáculo de carácter sociocultural.
Las celebraciones eran organizadas con formato de ferias. Todo evento que se desarrollaba allí tenía garantizada la afluencia y asistencia de público.
Venía gente de toda la zona de influencia del Estadio El Porvenir: Asistía gente de las Parcelas y los Morros; llegaba gente de El Rincón; de Caripito Arriba y los de Abajo, también; llegaban los residentes de La Manga y La Palencia; se acercaban los habitantes de los Mangos y La Sabana; se arrimaban cansados los habitantes de los kilómetros. Titirimundi era bienvenido al estadio, sin o con invitación, para la gran fiesta deportiva. Acá las fiestas se intercalaban cada fin de semana. Si esta semana se celebraba una fiesta deportiva, la otra le correspondía a la fiesta cultural; pero todas esas fiestas eran combinadas con la infaltable fiesta de sabores.
Bien temprano se despertaba la alegría en toda la zona aledaña al estadio “El Porvenir”. Ya la aurora había rasgado el velo del amanecer disipando la neblina en la campiña caripiteña. Alborada ayudó, activando todas las aves canoras, incluyendo a los gallos para que hicieran coro con el pito de la refinería.
En las casas de los sectores adyacentes al estadio, las familias se preparaban para asistir a la fiesta (deportiva, cultural y de sabores). Las madres preparaban la jarra de carato de mango, freían tequeños y pechugas de pollo. Ya en la noche habían sancochado media pana de lairén. A las ocho de la mañana el grupo familiar estaba listo para echar una caminadita desde “Canta Rana” hasta el estadio “El Porvenir”. Lo último que hacían era revisar todo lo que llevarían: Termo con hielo, bolsa de vasos plásticos, envase con el carato de mango, pollo frito, tequeños, envase con los lairenes. Allí se comía, bebía y se disfrutaba una y la otra también. La familia iba bien apertrechá porque la gozadera bailaría con la alegría todo el día. Y dijo el padre de familia ya a punto de caminar hacia el estadio: Hoy, culminando la década de los 50, en esta fresca mañana del sábado 5 de julio vamos en familia a celebrar por partida doble: nuestra gloriosa Independencia con una fiesta deportiva en nuestro connotado estadio “El Porvenir”.
Simultáneamente en otro lugar, yo y Beto, de manera informal, habíamos entrado a la tribuna. ¡Aquello estaba a reventar! Y apenas eran las ocho de la mañana.
Bueno. Les cuento que entramos al estadio directamente por la casa de nuestro amigo el gocho, “Chapo”. Cuando buscábamos con la vista un lugar para sentarnos, conseguimos a Jorge Villahermosa, agachado quitándose los cadillos del pantalón, junto con Asdrúbal Becerra, que estaba igual de fajao con esa faena. Ángel, les dijo, pero si los guachicones también los embarraron de charco.
—¡Liiirrrgaaa! Es verdad, no me había fijado —respondió Jorge Villahermosa.
Después de los saludos de amigos, nos dijeron: Ya vemos, como están limpiecitos, de seguro que, ustedes entraron por acá por donde el “Gocho”.
—Nosotros no corrimos con igual suerte; porque el “gocho” había salido y nos dio pena pedirle permiso a la mamá; entonces, no nos quedó de otra que bajar a la barranca y volver a subir para meternos por la parte donde la cerca tiene un pedazo roto —respondió, Villa.
Estando con esa imprevista cotorra, llegó un pequeño grupito conformado por: José Padilla, Cesar Salazar, Elda Salazar, Lervis La Rosa, Salvador Dicurú y Églis Tablante. Al ver a los amigos agachados sacándose el charco de sus guachicones, comentó Elda Salazar.
—¡Ya sé por dónde entraron ustedes! Hoy como vine con mi papá, de lógica yo entré por la puerta principal. El viejo se quedó zumbándose unas Zulias en la entrada. ¡Ah! Les comunico que me dejó un billete grande para que comprara refrescos, meriendas y compartiera con los amigos.
—¿y ustedes, también pagaron entradas?
—“Mi tío nos brindó las entradas —afirmó, Cesar Salazar— y pa’más ñapa me dio unos billetes para que nos compráramos unos “snowball” y arroz con coco.
Terminando, Cesar, de decir aquello, se escuchó una gritería y todos los amigos se acercan para ver cuál era el motivo... y expresó , Ángel Colina:
—!Tumbito, la sacó del parque por el leftfield! ¡Piazo e’tabla! —se escuchó decir por los parlantes internos al animador.
Y el grupo de amigos volvió a lo suyo. Mañana nos venimos más preparados dijeron los muchachos. Esta tarde haremos unos tequeños y unos emparedados; porque mañana la fiesta deportiva comenzará desde las nueve. ¡Claro! porque hay triple juego. Mañana mismo se decidirá la final —vocearon, José Padilla y Salvador Dicurú.
—No los podremos acompañar; porque mañana estaremos agarrando pelotas todo el día —dijeron Chuito Romero, Jorge Villahermosa, Asdrúbal Becerra y Ángel Colina.
Al poco rato, cuando la cháchara había bajado en intensidad expresó, Cesar: Vamos a tomarnos allá abajo unos “Green sport”, ¡Yo brindo!
Bajando por el caminito asfaltado dijo: Elda, ¡Nosotros si somos locos! Teniendo al lado las escalinatas de ladrillo, nos arriesgamos a bajar chuceados por el asfalto, ¡buscando rompernos una pierna!
Ya abajo nos topamos con una vendedora de conservas y semillas de merey... Cesar compró unas bolsitas de semillas de merey y varias conservas de coco, más algunos encaramaos que le quedaban a la muchacha... y finalmente terminamos de llegar al puesto de venta, este local lo habilitaban las veces que había eventos en el estadio, y nos tomamos los “Green sport” comiendo las meriendas y riéndonos de nuestras mismas ocurrencias.
Todas las amigas y amigos del grupo éramos privilegiados con el acceso a las tribunas pasábamos por una entrada secreta que estaba en la casa de nuestros amigos Fidelia y Chepo. Por allí pasaban: Ángel Colina, José Padilla, Cesar Salazar, Elda Salazar, Lervis La Rosa, Asdrúbal Becerra, Églis Tablante, Salvador Dicurú, Jorge Villahermosa, y otros que penetraban por entradas secretas laterales —huecos en la cerca—. Con decirles que los amigos: Ángel Colina y Jorge Villahermosa, se la daban de formales que decían que ellos salían del estadio por la misma puerta por donde entraban. Si pasaban por casa del “gocho” al estadio, por allí mismo salían. Y si habían pasado al estadio por los huecos laterales de la cerca, por allí igual salían. Jajaja..., pero qué... jajaja ¡Que temáticos eran esos carajitos!
¡Qué bien la pasábamos en el estadio “El Porvenir! ¡Pero, qué bien la pasábamos en compañía de nuestros amigos! ¡Esto era lo máximo!
Nuestro interés mayor no estaba centrado en los eventos como tal, que se escenificaban allí, sino en el pasar un buen tiempo compartiendo con nuestros amigos. Mientras los jóvenes y adultos se concentraban en el desarrollo de la actividad Deportiva o Cultural que se estuviese desarrollando en el terreno, nuestro interés estaba enfocado en la dinámica del grupo. Era como decir que cada quién en su mundo: Adultos y niños, cada uno en su nivel. Nosotros lo que hacíamos era aprovechar el ambiente de feria que se generaba en cada uno de estos eventos. Era algo maravilloso. ¡Y como nos encantaba!
Por ello era que elevábamos plegarias y agradecíamos antes de dormirnos, por los días que disfrutábamos a plenitud, en compañía de amigos, con esta frase: ESTADIO EL PORVENIR