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Relatos del Abuelo #433 - José A. Febres


 Relatos del Abuelo #433
Las pinturas de mi hogar

Toda mi vida he sido un empedernido coleccionista. Comencé en el hato de mi padre a los 8 años de edad. Nunca lo había contado y me he arrepentido toda la vida de lo que hice.

Tomé un nido de arrendajo con sus huevitos y empecé a robarle los de otros pájaros y a reunirlos, ya tenía bastantes, eran bellos, de diferentes colores y tamaño. Mi madre lo descubrió y acabó con la colección, recibí unos duros coscorrones y el ofrecimiento de no hacerlo más nunca.

Después fueron semillas de algarrobo, corozo, parapara, peonías y tantos otros que había en esos montes. Los abandoné cuando nos mudamos a Caicara. Al pasar de los años fueron estampillas, monedas, revistas, trofeos, gorras y fotos.

Ahora voy a contarles las historias de los cuadros de pintura que atesoro en mi casa, cada uno tiene su vida propia y cuando paso a su lado reverberan recuerdos gratos que no volverán.
Allá en un rinconcito de la biblioteca esta un cuadro pequeño de madera labrada con arabescos y una pintura del retrato del Libertador, fue un regalo de boda de mi gran amigo y compadre ya fallecido Felix Díaz Núñez. Allí cerca están dos cuadros sobre gallos de pelea, uno giro, regalo de mi hermano Evaristo, el modelo fue un ejemplar trinitario, el otro fue un regalo del compadre Doctor González Espinoza. En lo alto de la biblioteca se encuentra un disco con la pintura de una de las portadas de mi último libro, obra y regalo del pariente y tocayo José Antonio Febres.

En el comedor se encuentra un cuadro del “Pintor de Charallave” Evencio Gámez, tan famoso que un boulevard de ese pueblo lleva su nombre. Tres cuadritos de mi hija Nenena y uno que tiene su historia: me encontraba visitando a la familia Díaz en Naguanagua y vi a uno de ellos, Américo, que estaba pintando un cuadro de un incendio, lo felicité y cuando al día siguiente me marché, me lo regaló. Ya hombre fue embajador de Venezuela en Bielorrusia y desgraciadamente murió joven. Los de Nenena son dos naturalezas muertas y una casa en Quiripital.

Pasemos a la sala, donde se encuentra la joya de mi colección: “El Baile del Mono de Caicara”, ganador del concurso de pintura en el Salón de Arte Lagoven en Maturín en el año 1985. Uno de los jurados fue el crítico de arte Perán Erminy, quien declaró para El Nacional sobre el cuadro vencedor: “ganó por el movimiento de las figuras y la serie de volúmenes bien integrados de la obra”.

Este fue un regalo de mi hija junto con el cuadro del lado que puede observarse en la foto de este Relato.
También están en la sala, un cuadro de Nenena: “El puerto de Buja”, que me gusta mucho y dos pequeños sobre flores, también de mi hija.

En el pasillo hacia las habitaciones se encuentra un bodegón de un mercado de Haití y allí cerca un cuadrito de un pintor muy conocido: Edgar Moyetón. 

Bueno todavía quedan otros y puede que algún día se los muestre o los vean en una grata visita.

Ya falta poco para la llegada de dos de mis hijas de Miami, quienes estarán a mi lado cuando cumpla los 100 años el 3 de junio próximo.