En el siglo I a.C., la situación de pobreza era extrema en el llamado Imperio Romano. Ya en su origen, Roma contaba con una fuerte desigualdad entre sus clases sociales, estando esta primera etapa marcada por el nacimiento y la religión, dividiéndose en dos grandes grupos conocidos como los libres y los no libres.
Los ciudadanos conocidos como libres eran los que contaban con mayor poder dentro de la sociedad romana, estaban divididos en los patricios y en los no privilegiados.
Los patricios eran las primeras familias de Roma y sus descendientes, siendo los considerados como ciudadanos romanos y ocupando todos los cargos públicos, siendo los grandes privilegiados de la sociedad romana de este periodo.
Los no privilegiados eran los plebeyos que eran hombres libres extranjeros que habían llegado a una Roma ya fundada, y a los clientes que eran extranjeros unidos a un patricio que estando bajo su protección les ayudaban en la guerra o en numerosas tareas. Esta clase social, no privilegiada, era la más desposeída y castigada por las leyes romanas. A los integrantes de esta clase social eran común que se les castigara con distintas formas de tortura y muerte al juzgárseles por algún delito o falta a las leyes romanas. Este fue el caso que cuenta la historia de Pero y su padre Cimón.
La historia cuenta que entre los años 40 al 35 a.C., el anciano Cimón, quien vivía con su hija Pero, que acababa de dar a luz a su primer hijo; viéndose obligado por la falta de comida en su humilde casa, corrió desesperado al mercado un día y cometió el grave error de robar algunos alimentos, siendo atrapado por la guardia romana y luego de ser juzgado, fue condenado a «morir de hambre» en los calabozos, sentencia que en aquella época se aplicaba a todo aquel que cometiera el delito de robar alimentos.
La sentencia del anciano Cimón implicaba que no podía ser beneficiado de ningún tipo de alimento hasta su muerte, por ese motivo, el carcelero ordenó que todos sus visitantes fueran minuciosamente revisados para evitar que alguno pudiera pasarle algún tipo de alimento.
En vista de lo ocurrido, Pero, reconociendo que lo sucedido a su padre fue a causa del amor que él, como padre, sentía por ella, decidió visitarlo diariamente y compartir la leche de su hijo con su padre y así alargarle la vida. Pero, amamantaba diariamente a su padre a escondidas de los guardias que sorprendidos por la resistencia del anciano decidieron vigilarlo más de cerca hasta que un día lograron descubrir el motivo por el que, seis meses después de la sentencia, aún no había muerto.
Era un acto de amor, compasión y misericordia tan grande, de una hija hacia su padre que, aquello llegó a oídos del emperador, quien también sorprendido no dudo en levantar el castigo y ordenar que Cimón fuese dejado en libertad.
Esta historia que durante años ha circulado por el mundo, ha dado pie a la creación de varias obras de arte que intentan recrear el acto de Pero con su padre Cimón y al que han llamado: «Caritas romana», «Caridad romana» en español.
Aquí te mostraré algunas de las obras más representativas de la historia y reconocidas por los expertos en arte.
La imagen anterior corresponde a la obra:
Caritas romana (c. 1612).
Óleo de Peter Paul Rubens.
Museo del Hermitage.
Cimón y Pero (c. 1630).
Óleo de Peter Paul Rubens.
Rijksmuseum.
Una obra de Jules Lefebvre realizada en Roma en 1863 bajo el título de La Caridad Romana, en referencia al mito que representa. Es propiedad del museo municipal de Melun (Francia) desde 1865. Quizás una de las más conocidas por su marcada y resiente difusión en las redes sociales.
M. E. Molano