La mujer sifrinoide miró toda el área que abarcaba la poza de azufre y extasiada por su belleza y no por su olor se dirigió hacia allá... No duró diez minutos en el agua, que como siempre estaba abarrotada de gente, y apenas saliéndose se sentó en la butaca a despotricar: en ésta poza parece que se baña mi vecino junto a la cuerda de perros que tiene, porque la fetidez y hediondez es igualita, y, además, hay unos peces medio grandes que buscan afanosamente de metérsele a uno por debajo del traje baño. Su cuñada cortándole la quejadera a la mujer, soltó una retahíla de risitas jejeje jijiji...
—Que peces ni que ocho cuartos, en estás aguas sulfurosas no puede sobrevivir ningún pez —le aseveró la cuñi.
—Pero, ¿y entonces, San Lucas? Qué animal era ese que luchaba por metérseme por debajo del traje de baño... ¡Yo misma lo agarré y lo alejé de sus propósitos! ¡Ahora recuerdo clarito que el supuesto pez era... más bien lo palpé igualito a un bicho de hombre... hasta llegué a pensar que debía dejarlo tranquilo, y luego reaccioné, y me pregunté... ¿y si no era lo que yo creía? ¡muesca! Por ello dice la conseja popular: ¡riesgo con ganas, razón tiene la rana! !Con razón siempre se ha dicho qué al inocente, ¡Dios siempre lo salva!
Una mujer oxigenada explayada en su butaca, a leguas se le notaba que el agua sulfurosa le había estropeado su look dándole ahora una apariencia tornasolada a su cabellera, expresó:
—¡Disculpen que escuché toda su conversación, y permítanme que opine al respecto: Mi presencia en esta laguna es por mi compadre haber insistido en que debía bañarme en estas aguas para curarme definitivamente “la escabiosa” que me estaba molestando, y que, el médico alergólogo no pudo curarme... Igual que, el médico de mi esposo le sugirió que debía bañarse en estas aguas sulfurosas para curarse el “Herpes Zoster” conocido vulgarmente como “culebrilla” ¡Ah, Sra.! Ahora que le escuché con lo del supuesto pez ese, a mí también me atacó, y como insistía en metérseme por debajo del bañador... decidí salirme del agua.
Juvencio, viendo que las mujeres habían agotado sus comentarios, decidió participar en el conversatorio... Les cuento que un Sra. que estaba a mi lado, poco se le importó mi presencia y sin ningún miramiento y con el mayor desparpajo se bajó su traje de baño hasta la mitad de los muslos y abriéndose como horqueta comenzó a frotarse de manera enérgica su sexo y el azufre al mezclarse con todo aquello que salía de su vagina alcanzaba de inmediato la fase de ebullición encrespando y agitando el agua circundante...
Cuando la mujer se percató que aquel hombre alelado y sorprendido la observaba, sólo balbuceó:
“Recomiendan que uno se debe fregar la bicha con fuerza para que el azufre suelte todo su principio activo que garantizaría una curación total”... Todavía con la imagen vivita de la mujer desnuda, medio atribulado, ya saliendo del agua se topó con una joven que a todo gañote les decía a sus niños: “Pélense completo los piripichos y se los frotan”
Con sobrada razón la gente manifiesta que la Poza de Azufre es la farmacia del pueblo. Si la persona tiene: Sabañón, pequeñas erupciones en la piel, picaduras de insectos, ronchas, urticaria, verrugas, rosetas, salpullido, llagas, uñas encarnadas, hongos, caspa... enseguida decían los padres: “Nos sale Poza de Azufre el domingo”.
La mujer viendo a Juvencio con el paño terciao —le dijo—:
—¡Mijito! Nosotros fuimos el domingo a la Poza de Azufre, y hoy es martes, y creo que es la tercera vez que te bañas... me parece que estás exagerando con eso de que no se te quita la hediondez de encima y, el esposo viéndola de reojo respondió:
—Me meteré unos seis baños al día hasta que se quite por completo ese tufo a huevo sancochado que le deja la Poza a uno.
—Gracias —la esposa agradecía—, ya que en pocas horas termino el tratamiento que me sugirió la comadre de no sacarme el agua de azufre por tres días, o sea, que mañana miércoles se cumplen los tres días —la mujer con una contentura reflejada esbozó esto.
Juvencio, nomás escuchar a su mujer verborrear esta loquera, salió espantao hacia el fondo e inmediatamente se escuchó el sonido característico de una persona vomitando... Al rato se apareció el hombre to’pálido y viendo a su mujer con cierta repugnancia le espetó: “¡Mira, mijita! Échale una buena fregá a esa bicha, no importa si gastas las tres panelas de jabón las llaves que compré el lunes, pero te agradeceré que la friegues con ganas por media hora seguida... y no es para que lo tomes a mal, pero a partir de esta noche me mudo para el sofá por unos quince días.
La pareja aún sin terminar la cháchara, sonó el teléfono:
—¡Aló! ¡Aló! Es nuestro hijo, Rodolfo...
Después de los saludos correspondientes y la preguntadora habitual, el hijo les dio la grata noticia:
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—¡Estás escuchando, Juvencio! ¡Nuestro muchacho viene con toda la tropa el viernes!
—¿Estás oyendo, Juve? Te manda a decir nuestro muchachón que planifiques para el fin de semana una visita a la Poza de Azufre... Él le urge curarse un uñero que lo hace andar cojeando por toda Caracas, su mujer debe curarse una caspa enraizada en su cuero cabelludo; los niños deben tratarse un sabañón que les está comiendo los dedos. Y también manifiesta que traerá unos dos frascos de Ron Añejo Carúpano, 6 años, para bregarlo una vez sumergido en la Poza y, mientras el ron se encargue de los parásitos internos, el agua sulfurosa trabaja en el uñero...
Por esto y otras bondades que se le atribuyen a estas aguas, Caripito es conocido como el lugar adecuado donde acude con fervor y fe, ¡mucha fe! el pueblo con la seguridad que acá conseguirá alivio a todas sus dolencias y a sus males que lo aquejan... Por ello, esta locación se ha posesionado como uno de los sitios predilectos de “sanación” de toda la población de la zona Nororiental.
“La Poza de Azufre es conocida en la región como el primer Centro de Sanación de la Región”
Durante la década de los sesenta los sitios de esparcimiento y recreación por excelencia del caripiteño eran: El balneario “La Bomba” y La Poza de Azufre.
Hoy, debido a los altos costos de las medicinas los médicos escriben en los récipes: ¡OTRA OPCIÓN, LA POZA DE AZUFRE!


